viernes, 24 de julio de 2009

LA ALEGRÍA DE LA DESESPERACION



Un nuevo e ilusionante proyecto arranca en el Granada CF. No es nada nuevo. Uno se toma estas novedades con la prudencia que da la experiencia de situaciones parecidas. No hay que retrasarse demasiado en el tiempo para reconocer aventuras similares, que no acabaron en buen puerto. La última, y sin ir más lejos, la propia experiencia Sanz, que no creo que esta familia tenga mucho que envidiar a los italianos salvadores desembarcados recientemente en la ciudad nazarí. Sin embargo, no ha sido la única propuesta que empezó con la misma euforia y terminó en desastre. Basta con recordar el entusiasta recibimiento que en su día tuvo Pedro Ruiz, cuando se echó a Jimena o el aclamado reencuentro con Candi.
Ahora se vuelve a repetir el acontecimiento y observo con cierto recelo la desmedida alegría desatada alrededor de la llegada de la Familia Pozzo a Granada. No es que no me alegre por todo lo que parece acontecerá en un futuro muy próximo en la entidad de Recogidas 35, pero es que en esto del futbol, los que peinamos alguna que otra cana (o simplemente los que no nos peinamos), hemos vivido y sufrido muchas cosas, algunas ciertamente inexplicables, tanto propias como ajenas, como para lanzar las campanas al vuelo tan apresuradamente. La cosa pinta bien, pero de ahí al triunfalismo, media un abismo. Las celebraciones para cuando se consuma un ascenso, para lo cual, tendremos que esperar, al menos, tantos meses como jugadores saltan al césped de cada equipo, cada día de partido.
Quizás sea por ser merengüillo, pero lo que está ocurriendo en mi ciudad natal y a la que tanto quiero y añoro, se me asemeja mucho a la euforia desatada, también, en torno a los fichajes de Florentino Pérez en la casa blanca. No puedo dejar de pensar que algunos se están precipitando y venden la piel del oso antes de cazarlo. Se disparan las ventas de camisetas y se empieza a hablar del triplete blanco para la próxima campaña. Bajo mi parecer, todo viene dado por el tremendo temporadón que realizaron los hombres de Guardiola en la temporada pasada y que ha escocido tanto a los merengues. Nada de esto estaría pasando, si, aun con la mediocre temporada blanca, el Barça hubiera ganado solo un título, por ejemplo. Sin embrago, pasó lo que pasó y los aficionados madridistas, necesitan más que nunca una alegría, es lo que yo llamo, la alegría de la desesperación, y en Granada llevamos más de 20 años sumidos en esa necesidad.