martes, 24 de mayo de 2011

Opinando

La semana pasada comenté por encima, lo que pienso sobre algunas formas de opinar y analizar los acontecimientos deportivos, esta, quiero seguir en esa línea, aunque con la vertiente un poco menos popular. Y es que ahora voy a ejercer del abogado del diablo.

No entiendo como se le da tanta importancia a lo que unos pocos puedan decir en las ondas, en televisión o escribir en prensa. No son más que opiniones personales únicas, al mismo nivel, como mucho, del entrenador de turno. No entiendo, que decir lo que se piensa, en ocasiones sea entendido como algo negativo, que enturbia el buen hacer o que enrarece el ambiente.

Tampoco entiendo que opinar sobre un hecho real y comprobable, sea motivo de recriminación. Nunca la verdad puede resultar negativa, o al menos, no mas que ocultarla. Las cosas bien hechas, bien parecen y además, garantizan mejores resultados a la larga y es que de nada sirve el pan para hoy si no se cuida la siembra del trigo para el futuro. En cualquier caso, lo que merece la desaprobación del populacho, debe de ser los hechos descritos, no el que los transmite.

Hay cosas en el Granada totalmente mejorables y no creo que hacer la vista gorda sirva para crecer y avanzar en lo que, entiendo, debe ser nuestro objetivo primordial, más allá de un ascenso puntual y efímero, la grandeza, solvencia, supervivencia y solidez de nuestro club.



Los periodistas ejercen su profesión, en la que no incluye los colores de un determinado equipo de futbol. Se deben a su trabajo, que es lo que les da de comer y deben de buscar aquello que es noticiable y atrayente para el lector o el oyente. En su cometido si que puede estar el animar a sus incondicionales a apoyar, incentivar a los ciudadanos y motivarlos, pero todo esto debe de ser algo innato, no forzado, por que si no, se estaría faltando el respeto al profesional y a sus creencias y principios.

Un buen periodista, debe tener ética, profesionalidad, obrar de forma limpia, clara, sin mentiras ni engaños, pero ha de tener también personalidad para no minimizarse ante un ambiente de euforia que le dice que ir en contra de la mayoría, es erróneo. Uno debe ser fiel a si mismo y, siempre cuando, haga las cosas con respeto, podrá opinar o escribir sobre lo que él entienda que debe hacerlo, tanto si la corriente le es favorable, como si es el único que nada hacia delante.