martes, 31 de enero de 2012

Adios Fabri



Sé que llego tarde y que ya no es hora de pensar más en el pasado. Sé que ahora el banquillo rojiblanco tiene un nuevo inquilino y debemos mostrar respeto y apoyo, porque su suerte será en gran medida la nuestra. Pero es lo que tiene el estar escribiendo cada quince días y como dice el refrán, más vale tarde que nunca.
No quiero quedarme desde estas líneas en el simple apoyo o reconocimiento al técnico recién destituido en el Granada CF, eso ya lo han hecho de forma magnífica mis compañeros. Quiero ir un paso más allá y pensar en los responsables de la recurrente y bajo mi opinión, injusta decisión.
Vaya por delante que a mí el futbol que planteaba Fabri, no me convencía, pero lo que es indudable es que los resultados estaban ahí y de lo que no cabe duda, es que se había ganado el cielo para, por lo menos, acabar la temporada, pasase lo que pasase.
Quizás la opción más justa hubiera sido darle a Fabri otros mimbres, pues conocimientos ha demostrado tener…y carácter también. Puede que su mejor virtud haya sido su mayor pecado, no se.
Los primeros responsables de la despedida de Fabri que me vienen a la mente son los aficionados, pero estos, a pesar de que el míster gallego recibía críticas por sus planteamientos casi a diario, no ejercían una presión insoportable que llevara o justificara esta decisión.
Más o menos lo mismo se puede desprender del trato que la prensa en general, dispensaba al ya ex director de la nave rojiblanca sobre el césped. Nada que no se pudiera soportar y nada a lo que el entrenador granadinista no estuviera más que acostumbrado a padecer.
¿Quién es el responsable de dicha destitución? ¿Quién asumirá las posibles consecuencias negativas? ¿A qué se debe tal hecho si nadie lo pedía ni lo quería? Yo no tengo las respuestas y solo espero no tener que buscarlas más adelante.
Abel Resino ha comenzado con excelente pie su andadura al frente de la plantilla nazarí. Le deseo la mayor de las suertes y sobre todo, que si algún día tiene que dejar este barco, sepan decirle al menos por qué, a él y a la afición.
Puede que a algunos no les guste lo que escribo y puede que me suponga algún confrontamiento de opiniones, pero el día que deje de decir lo que pienso, no seré fiel conmigo mismo y prefiero dejar de escribir a dejarme llevar por el conformismo de escribir lo políticamente correcto.