No soy muy dado a decisiones drásticas en cuanto a la destitución de entrenadores, pero de lo que no cabe ninguna duda, es en que alguna medida se tiene que tomar para poder reconducir la situación del CB Granada en la actual temporada. Un equipo que nos ilusionó a todos los granadinos amantes de este bonito deporte y que en los últimos catorce encuentros, tan solo ha conseguido sumar dos triunfos y ninguno de ellos como local. De este modo, no es de extrañar que el aficionado nazarí este con la mosca detrás de la oreja y mas desilusionado que nunca.
El partido contra el CAI, marcaba la diferencia entre la tranquilidad y el nerviosismo. Se perdió y hay que empezar a preocuparse de forma real por la permanencia del equipo, un año más, en la liga ACB. Más preocupante aun es la forma en que técnico y jugadores encaran cada encuentro. Y es que no parece que exista la complicidad necesaria entre unos y otros, ni la confianza mutua que se necesita para salir airosos de la situación en la que se ha colocado la entidad que dirige José Julián Romero.
La historia se repite un año más y el problema es que esta temporada no habrá milagro en la última jornada, pues con la liga de 17 equipos, en la jornada postrera del campeonato, los hombres de Trifón Poch y el mismo mister, habrán de cumplir su jornada de descanso forzoso.
Todavía no se está en una situación muy grave, pero la dinámica establecida es preocupante, más si cabe por la imagen ofrecida, tanto en la pista como en los despachos.
Los milagros existen y mas en Granada, pero… ¿llegarán a producirse dos seguidos en nuestra ciudad…? Esperemos que no haya lugar para pedirlo.
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