La victoria sabe mejor, después de saborear la derrota.
El Granada CF no ha comenzado con buen pié su andadura en la Segunda División. La categoría de plata del futbol español nos aguardaba con ganas y entusiasmo, aunque también con un lícito deseo de vencernos en todos los conjuntos que la componen. Muchos son los que han creído que esta temporada seria un camino de rosas para los hombres de Fabri. El equipo granadino no deja de ser un recién ascendido y los dos primeros rivales, a pesar de ser apetecibles, se han convertido en una trampa mortal. Sabida es la mecánica que en esto del futbol se arrastra a la que los resultados no acompañan. De nada sirve cualquier explicación, circunstancia o coyuntura que se quiera exponer. Pronto aparecen los nervios, las criticas y el mal rollo entre los aficionados, el equipo y la prensa.
No obstante creo que estos resultados negativos, van a venir muy bien en el seno rojiblanco. Regresaremos a poner los pies en la tierra y todos recobraremos la cordura y la sensatez. La entidad de Recogidas es un recién llegado y las metas a marcarse, no pueden estar mas allá de la permanencia lo mas holgada posible.
Espero y deseo que no cunda el pánico entre la directiva, por mucho que algunos aficionados o periodistas digan tal o cual cosa, aunque se empiece a dudar del técnico o sus cambios de sistema. Hay que dar tiempo, aun es pronto y todo se puede reconducir.
Dos de los gallitos de la categoría no han devuelto a nuestra realidad. La plantilla puede ser de mucha calidad, pero no creo que los demás anden mancos. La Liga Adelante, se está convirtiendo últimamente, en una liga de primera, con muchos equipos y jugadores de un gran nivel con calidad y experimentados. Cada punto habrá que sudarlo hasta la extenuación y las victorias celebrarlas como agua de mayo.
Tiempo habrá para decisiones drásticas en caso de que sean necesarias. El partido de Sevilla, dejó muy buenas sensaciones, el del otro día en el Nuevo Los Carmenes, no tantas, pero es comprensible. Dejemos a Fabri trabajar tranquilo, sin la presión de la espada de Damocles en su espalda. Démosle un margen de confianza y esperemos que al final, la victoria nos sepa mejor, habiendo conocido el amargo sabor de estas dos derrotas iniciales.
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