Esto del futbol es así. Del todo a la nada en segundos. La euforia de hace una semana, deja paso al desazón tras la derrota de este domingo en el Estadio de Los Pajaritos. Es normal y se sobreentiende que los estados de ánimo están ahí y es difícil contenerlos, pero lo que no entiendo es la divagación sobre los objetivos del club rojiblanco esta temporada.
Es fácil dejarse llevar por un par de resultados positivos y unas cuantas sensaciones de grandeza. Sin embargo no debemos olvidar quienes somos y de donde venimos. El aficionado granadino olvida demasiado pronto la historia y que las ligas no acaban hasta mayo.
Las declaraciones de Orellana y del mister gallego del Granada CF donde venían a decir mas o menos que no seria demasiado difícil meterse entre los 6 primeros y que con humildad se podía subir, respectivamente, no han hecho mas que enfervorecer a la hinchada, que mas que nunca ha “hinchado” pecho y se está mentalizando para volver a repetir un ascenso de categoría como el vivido en mayo pasado en Alcorcón.
Cuanto más grandes son las expectativas creadas, más dolorosa será la caída. No debemos olvidarnos de ello, más que nada para sufrir lo menos posible y evitar mas decepciones en nuestra ya maltrecha historia.
¿Quién no firmaría que el Granada CF consiguiera todos los puntos disputados en el Nuevo Los Carmenes, aun que eso significara que lejos de nuestro estadio no se consiguiera nada de nada? Yo lo firmo ahora mismo. No se puede vender la piel del oso antes de cazarlo. Ahora mismo nos jugamos tres puntos en cada envite, las derrotas duelen, pero no son definitivas y con las victorias otro tanto, tres puntos y a pensar en el siguiente encuentro. Hoy por hoy, nada se consigue ni nada se pierde por un partido, cuando llegue el momento, ya tendremos tiempo de sufrir o disfrutar y de concretar emociones y objetivos.
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