No se puede decir que el Granada CF no le esté tomando bien la medida a la Liga Adelante. Esto de moverse por mitad de la tabla, con el valor añadido de haber perdido los tres primeros envites ligueros, para un recién ascendido, no está mal del todo. Pero no debemos de olvidarnos de que somos un novato en la categoría.
De momento el balance es positivo. Si tenemos que buscarle un “pero” a la trayectoria de Fabri y sus hombres, este seria el poco bagaje cosechado como foráneo y la irregularidad de los rojiblancos, capaces de bailar a todo un filial blaugrana y sucumbir ante rivales de la parte baja de la clasificación como el Albacete.
Fue este ultimo rival el que supuso un punto de inflexión en el campeonato, consiguiendo los granadinistas enlazar varias jornadas sin perder y auparles así a puestos de privilegio, para coquetear con los que dan acceso a la liguilla de ascenso hacia la “Liga de las Estrellas”.
Palabras mayores estas últimas, demasiado. Se está instalando en los alrededores de la Alhambra, una aureola de equipo grande que creo no nos conviene. Los empates saben a derrota y las goleadas en casa parecen ser lo mínimo que el equipo debe ofrecer ante su hinchada. Una euforia que podría volverse en contra muy fácilmente.
El equipo adolece de la firmeza defensiva que supuestamente garantizaba el técnico gallego. Desde principio de temporada vengo observando que el mister nazarí, ha renunciado a su estilo marca de la casa, para convertirse en el máximo exponente del juego ofensivo. Las individualidades arriba nos mantienen vivos y los despistes defensivos nos hacen ir a remolque en muchos encuentros. No se si es posible atender atrás sin despistarse adelante y viceversa, pero lo que marca la diferencia entre los que se quedan en el camino y los que llegan a la meta, es precisamente eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario